Un día, platicando en una fiesta, descubrimos una delicada pero innegable relación estética entre Dylan McKay, de Beverly Hills 902010, y Kurt Cobain, de Nirvana. Nos pareció un tema muy importante, y decidimos seguirle la pista y compartir los resultados. Inmediatamente nos dimos cuenta de que ese hallazgo era apenas la punta del ice(pop)berg. El pop necesita ser investigado, nos dijimos, y así surgió ENSAYOSUAVE; un blog en el que analizaremos temas fundamentales de la cultura pop. ENSAYOSUAVE es un POPTART crítico que nos hará descubrir redes ocultas dentro de un universo en alto contraste. Una LOLLYPOP que satisfará nuestras reventadas papilas, un POP-EYE impactado frente a la pantalla de una lap-t(p)op, veinte veloces dedos bailando POPPING sobre un teclado luminoso.

ENSAYOSUAVE es un nuevo tipo de ensayo.

Un ensayo suave, fresco, cool, indiferente, pero vital.

ENSAYOSUAVE ES EL POP.

Monday 8 August 2011

AMÉRIKA A CONTRA LUZ (DOS FICCIONES POP)

 Ésta vez, ensayo suave se convierte en ficción suave. Dos cuentos cortos, relatos pop, ficciones suaves. Qué hace que un cuento sea pop? las referencias? la estructura? el tono? Anabella Pareja y Juanfran Maldonado investigan las posibilidades del pop a lo largo de unos cuantos caracteres. 






A CONTRA LUZ
POR JUANFRAN MALDONADO

Ahí estaba. Descansando sobre el colchón. Su espalda desnuda hacia mi, larga, esbelta y aceitunada. Con unos calzones azules de algodón ajustados. Translúcidos quizá, más que transparentes. La difusa luz que filtraban las cortinas, aunque a contraluz, era lo suficientemente difusa como para permitirme ver claramente. “She’s Like A Rainbow”. Lo pensé y luego lo dije.
 “¿Qué?”
 “¿Qué?” respondí. Nos reímos. “She’s Like A Rainbow. Me hiciste acordarme”

Me gustaba la violencia, así que escogí los más ajustados. No porque violentaran mi cuerpo, sino porque ofrecían una imagen más agresiva de mis piernas. “Sexy Beast”—recordé la película con Ben Kingsley, y luego pensé en lo difícil que sería quitármelos rápido cuando la situación lo ameritara. “Igual lo he logrado antes” y salí del lugar. Después supe que las botas vaqueras azul turquesa les habrían ido mejor que los zapatos, y que si las hubiera usado las cosas habrían sido distintas. No sé por qué. Alguna conexión místico – cromática.

“Promise me you will never leave” me dijo. “I promise I will leave every time. Tú también”, respondí. Me besó y me dio una bofetada aún antes de haber terminado el beso, lo que fue muy confuso. “Cómo puede no perder el ritmo”, pensé. “Nunca entenderé la onda multitask”.

Se levantó de la cama. Abrí los ojos apenas, todavía medio dormido y alcancé a ver su espalda, amplia, fuerte y aceitunada. Aún con una marca de los dobleces de las sábanas justo arriba de la nalga derecha. Estiré el brazo y bebí lo primero que encontré. Por suerte era agua. En medio de la contraluz difusa por las cortinas y la leve y larga caída de líquido que escuchaba venir desde el baño, escuché también su voz, aún ronca, insistiendo que explicara el origen de mi cicatriz en el brazo. Inventé un accidente cualquiera y me voltee. Me sentí misterioso. Rió.
“¿Por qué escuchamos a Norah Johnes?”
“No sé. Es el mood ¿no?, ¿Café?”
 “Café”
Skinny Jeans.

Esperando el bus, una chica y un chico pasaron enfrente de mi. Ambos eran guapos, y ambos hacían lipsinc de alguna canción (me pregunté cual sería en cada caso), mientras un cable blanco trazaba líneas oblicuas desde sus oídos hasta el enorme bolso de ella y el pantalón de él. Ella era más alta aunque usaba flats, y ambos eran mas altos que yo, supuse. Los observé unos segundos. no iban juntos, pero estaban muy cerca. Llegó mi bus.

Nunca pensé que viniera. Nos habíamos visto tan pocas veces el último año… Era algo casi dado por perdido. Nos citamos de la manera más normal. Y lo asumimos normal. Yo lo asumo normal. Practico besos en el espejo al estilo James Franco.
“Cuánto gastaste en esto?” preguntó
“It’s not about the money”
“Do you love me?”
“It’s not about the love”
Mis ojos se derritieron un poco. Rió y yo lancé mi vaso de whiskey a la chimenea. Hubo una pequeña explosión ahí dentro. Era un gesto que siempre había querido hacer, pero ahora lo disfrutaba tan poco…  No me importaba.
Empezó a llorar y salió del cuarto. No azotó la puerta. Yo me acosté en el piso, boca arriba, como quien en LSD se acuesta en el pasto a mirar las estrellas. Era un techo inesperadamente bajo y en el centro colgaba un candelabro de baccarat. Se podría decir que no era ostentoso para ser de baccarat. “suerte” pensé (siempre me han parecido de pésimo gusto). Quise romperlo, lanzarlo contra la chimenea igual que había lanzado el vaso de whiskey. No por enojo o frustración, sino porque me atraía la idea. Me imaginé el sonido y me divirtió, pero seguí acostado, observando el titilar de las falsas flamas en los muchos reflejos del cristal. Canté This Place Is A Prison de The Postal Service, y aún sin saber bien la letra la repetí varias veces, cambiando de entonación y alterando la melodía levemente, y me quedé dormido.
Next thing I know, we were having sex.

Esperando el bus, una chica y un chico pasaron enfrente de mi. Ambos eran muy guapos, y ambos hacían lipsinc de alguna canción (me pregunté cual sería en cada caso), mientras un cable blanco trazaba líneas oblicuas desde sus oídos hasta su enorme bolso y su pantalón. De los dos, tenía un poco de más altura aunque usaba flats, y ambos eran mas altos que yo, supuse. Los observé unos segundos hasta que sentí su incomodidad ¿o no?. No iban juntos, pero estaban muy cerca. Llegó mi bus. Tiré el cigarro.




 AMÉRIKA
POR ANABELLA PAREJA

Cuando era mas pequeña disfrutaba ir con su papá a mirar los aviones pasar, se tiraban en el pasto y el le contaba que en este mundo había muchas mujeres llamadas Afrodita y que se distinguían porque caminaban por las carreteras con un casco rojo de motocicleta. Ella, no se llama Afrodita, pero nunca le gustó su nombre.
Afrodita, así la llamaremos de ahora en adelante, ahora mas grande, se dedica a viajar por las carreteras con un casco rojo de motocicleta y a entrar a todas las cafeterías que se encuentra en el camino. Lleva consigo un mapa que le dio su mamá antes de salir, una chamarra de piel, toda empolvada, que le regaló su exnovio, (quien la dejó por que un día ella entró con una pistola a su cuarto y lo amenazó con matarlo, el nunca le creyó que la pistola era de plástico y que solo estaba jugando, le dio tanto miedo que prefirió alejarse de ella) y una cámara de fotos con la que va sacando una foto de cada cafetería a la que va. La cámara es una Holga y como es de rollo cada vez que llega a la foto treinta y seis, se adentra a algún pueblo donde pueda revelarlo y comprar otro. ¡Cómo disfruta de esos rollos que te regalan un par de fotos mas!
Todas las noches en algún motel se dedica a ver sus fotos, por ahora lleva noventa y ocho. Tiene una amiga mucama, Alaska, que cuando anda con poco de dinero, la deja entrar gratis a una de las habitaciones del motel donde trabaja, “MOTEL DIABLITO”, un motel muy limpio y con alberca, así que cuando no hay gente, Afrodita se da un chapuzón. Alaska disfruta mucho ver ese momento en el que por fin Afrodita deja su casco y su chamarra de piel y se pone un traje de baño de flores y luce su pelo. En las noches Alaska la visita en su habitación y se acerca a mirar las fotos con ella. Se sientan en le borde de la cama, sobre el sobrecamas color pastel. Una vez Afrodita le regaló una foto de una cafetería con un cartel neón llamada “AFRODITA”  y que queda en la carretera 8, Alaska pensaba que era su foto favorita y no la quería aceptar, pero ella le confesó que la favorita era otra, la de una cafetería llamada “LOS PLATITOS”, en la carretera 15. En la foto salía una motocicleta frente a la entrada de la cafetería, Afrodita se reía porque todos pensaban que era de ella, alguno se acercaba a preguntarle por ella, cuando salió de ahí caminando, todos se sorprendieron.
Después de dos o tres días en el “MOTEL DIABLITO”, Afrodita desaparecía un par de semanas y después volvía. Alaska sabía que mas que por el tema de dinero, ella iba ahí para no estar sola. Una vez que entraba a la habitación no paraba de hablar, ni la comida le importaba mucho. Alaska le llevaba siempre algo de comer y una lata de Coca-Cola, Afrodita nunca se  la tomó, detalle que alegraba a Alaska, quien se la tomaba en algún momento de la noche. Esta vez Alaska se animó a preguntarle cuando volvería a su casa, a lo que Afrodita respondió que cuando tuviera cien fotos, faltaban dos nada mas, Alaska se puso un poco seria, pero Afrodita le prometió que antes de irse pasaría por ahí a despedirse o tal vez podría ir con ella a la última cafetería, le invitaría una dona y un café en agradecimiento, se sacarían una foto juntas. ¡Claro! Se entusiasmaba Afrodita la última foto de mi álbum tiene que ser contigo, y si ella aceptaba le regalaría el casco. Afrodita sabía que si no caminaba por las carreteras, no tenía sentido usarlo; para volver a su casa se adentraría en el bosque, lo que emocionó mucho a Alaska, se imaginaba tendiendo las camas con el casco rojo y su uniforme. Alaska le preguntó por qué quería volver y Afrodita le explicó que hacía tiempo que soñaba todas las noches con su exnovio, el pasaba a buscarla en un taxi de estos newyorkinos, y cómo son los taxis newyorkinos le preguntó Alaska, elegantes respondió Afrodita. Así que quería volver a buscarlo, era obvio que el sueño era una señal, es mas ya tenía planeado el reencuentro, le comentó. Alaska no dudó en preguntarle cómo sería, repetiría la misma escena de la pistola de plástico, pero esta vez con un secador de pelo, para que quedara claro lo del juego, Afrodita había practicado con el secador del motel, no se puede despegar de la pared se lamentaba, pero el cable es largo. Alaska la miraba, está vez no se puede asustar y le propuso actuar la escena para ella. Cuando terminó, Alaska la aplaudió, le dijo que le fascinaba la cámara lenta que hacía, que era una gran actriz y le propuso usar una canción para la escena. Alaska fue a su habitación por una grabadora que tenía y un cassette, después de un rato de buscar, regresó con Afrodita, quien la hizo escuchar la canción y le dijo que en caso de que le gustara le regalaba la cinta. Afrodita aceptó la cinta, la canción le había encantado, cerraba los ojos y se imaginaba todo, era la canción ideal. Esa noche durmieron en la misma habitación, al siguiente día Afrodita se fue temprano, se despidió de Alaska y le dijo que iría a la carretera 18, que había una cafetería ahí y que en la noche regresaría por ella, para que al siguiente día fueran a la última cafetería, Afrodita le preguntó si podía pedir el día libre, los miércoles era su   día libre, no habría ningún problema.
Afrodita regresó como a las nueve de la noche, Alaska la esperaba sentada en el borde de la alberca, era una noche increíble. Subieron rápido a la habitación y Afrodita le mostró el último rollo revelado y la foto noventa y nueve, la cafetería se llamaba “PARIS”, le contaba que era una obsesión ya que siempre había visto cafeterías que se llamaban así y que cada vez que se lo comentaba a alguien esta persona le hacía referencia a alguna que había visto, Alaska se reía y le confesaba que ella no recordaba ninguna cafetería “PARIS”, pero si peluquerías. Afrodita afirmaba lo de las peluquerías pero lo pedía que hiciera memoria, en todos lados hay un café “PARIS”. Después Afrodita sacó el mapa y le mostró a donde irían al siguiente día, en el mapa había una señal de un cuchillo y un tenedor justo en la carretera 9, era la única que no estaba tachada, Afrodita le explicó a Alaska que la había dejado al final ya que quedaba camino a su casa. Esa noche sacó un álbum de fotos forrado con papel araña color rojo, que había comprado en el pueblo donde había revelado el último rollo y se dedicaron a pegar las fotos.
Al siguiente día se levantaron temprano y salieron, era la primera vez que Afrodita veía a Alaska sin su uniforme de mucama, llevaba unos jeans y una camiseta de rayas rojas y azules. Caminaron mucho y hablaron de todo, Afrodita estaba feliz de por primera vez ir acompañada en la carretera. Finalmente llegaron al lugar, entraron, Alaska le preguntó a Afrodita si podía cambiar la dona por una hamburguesa, Afrodita asintió con la cabeza, esperaron un rato en lo que llegaba la hamburguesa, Afrodita prefirió no comer nada, se tomo un jugo de naranja y el popote lo introdujo por el casco. Cuando terminaron se preguntaron quien podría tomarles la foto, justo las meseras cambiaban de turno, la que las había atendido se había ido y se acercó una nueva con la cuenta, Afrodita miró el prendedor dorado que llevaba la nueva mesera, se llamaba Afrodita y no tenía casco. Alaska y Afrodita se miraron sorprendidas, Afrodita 1 le pagó la cuenta a Afrodita 2, mientras se levantaban de la mesa se animó a preguntarle si nos les podía sacar una foto en la puerta de la cafetería, Afrodita 2 aceptó. Salieron las tres del lugar, Afrodita 1 le explicó a Afrodita 2 como funcionaba la cámara, Alaska esperaba en el lugar donde la foto iba a ser tomada, Afrodita 1 volvió con ella, se quitó el casco y se lo puso a Alaska. Afrodita 2 esperó a que las chicas estuvieran colocadas y les tomó la foto, el cartel de la cafetería era azul, la cafetería se llamaba “AMÉRIKA”. Afrodita 1 fue por su cámara y le dio las gracias a Afrodita 2. Afrodita 2 se despidió de Alaska y de Afrodita 1. Alaska y Afrodita 1 se despidieron, Afrodita 1 prometió ir a visitarla y llevarle una copia de la foto, el problema era que era un rollo nuevo y le quedarían por lo menos 35 fotos antes de revelarlo, Alaska mucho no se preocupó, tener ese casco era suficiente para ella. Con su casco rojo caminó por la carretera rumbo al motel, Afrodita 1 caminó por detrás de la cafetería, a cierta distancia las dos miraron hacia atrás se hicieron una señal con la mano y desparecieron.

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