(o, de cuando pop y emo se confunden)
No todo en el pop es felicidad, Roy Lichtenstein punteando grandes lienzos, Lou Reed saludando desde un jet, Beyoncé bailando al ritmo de Anne Teresa de Keersmaeker... también hay momentos trágicos (ni que hablar de Basquiat, de Mapplethorpe...) momentos melancólicos (idem), o momentos simplemente inciertos. En esta ocasión, les presentamos dos ensayos que, aunque difieren en tema y tono, tienen más de un punto en común. Dos ensayos que escribimos por separado, y que decidimos publicar aquí al notar que convivían de una manera oscura pero innegable. A veces, nuestras vidas, tan pop, tan indie, tan occupy pero tan starbucks, también son un poco emo. Y qué si Japón tenía razón?
DEL FRACASO
POR ANABELLA PAREJA

Finalmente
he decidido utilizar un par de páginas de este libro para exponer abiertamente
la situación en la que me encuentro. Una sensación de fracaso en mi carrera como
bailarina y coreógrafa que me invade día a día, y por mas frases optimistas de
Henry Ford que me haya encontrado, en las que el fracaso suena como una gran
oportunidad, yo realmente he dejado de
sentir este optimismo y he pensado seriamente en retirarme y poner una pizzería
en la Colonia Roma.
He
aquí….
10 MANERAS DE SENTIRSE UN FRACASADO
1.
Llevar 5 años trabajando de manera independiente, y darte cuenta que todos tus
amigos/colegas han recibido por lo menos una beca o un apoyo y que por mas que
lo has intentado, a ti no te ha tocado ninguna. Y cuando le has pedido una
carpeta alguno para entender que es lo que estás haciendo mal con tu
aplicación, descubres que no hay diferencia con las tuyas y encima las han
presentado con mala ortografía.
2. Ver a tu madre al siguiente día de tu
estreno y cuando le preguntas qué le pareció la obra, responda: “Ahh! gracias
por recordarme, sabes que te compré una crema porque te ví bastantes arrugas en
el escenario.”
3.
Que un colega que está trabajando contigo en una obra tuya, antes de salir a
escena te diga: “Ayy cómo me gustaría hacer cosas tan ligeras (entiéndase
banales por el tono), como las que tu haces”, después de que llevas un año trabajando
en la obra, cuidando la estructura de la misma detalle a detalle.
4.
Tener un karma con la segunda función. Siempre sentir en la primera función que
la obra va por buen camino e inevitablemente en la segunda función sentir lo
opuesto. Y lamentablemente casi siempre te dan dos funciones nada más, así que
nunca puedes apreciar si la obra realmente funciona o no.
5.
Cuando terminas de dar función y te acercas a saludar a alguien de confianza,
sin preguntar nada, solo escuchas la frase: “Bien, o sea tengo un par de
cositas que comentarte, pero creo que ahí va.”
6.
Que tengas muchos amigos que trabajan en revistas culturales y ninguno nunca te
haya hecho una entrevista o mínimamente te haya preguntado si te puede ayudar
con la publicidad de tus funciones.
7.
Tomar un taller y que justo el profesor diga que si a los 30 años no has hecho
gran cosa, es probable que sea demasiado tarde y darte cuenta que tienes 32
años y que no entiendes muy bien a qué se refiere con hacer gran cosa.
8.
Que por intentar trabajar desde el humor, que tanto disfrutas, quedes visto
como alguien que no se toma el trabajo en serio.
9.
Que por primera vez haya una crítica de danza que va a ver tu obra y alguien te
comenta que le gustó, por lo que durante dos semanas buscas ilusionado en los
diarios, revistas y en internet si aparece alguna nota que puedas sumar a tus
aplicaciones, hasta que te das por vencido.
10.
Darte cuenta que a pesar de todas las veces que te sentiste un fracasado, vas a
seguir intentándolo y seguirás exponiéndote al fracaso.
DEL SUICIDIO CONSIDERADO COMO AUTORRETRATO
POR JUANFRAN MALDONADO
Hay un bellísimo cuento de Thomas De Quincey llamado “del autorretrato considerado como una de las bellas artes”. Si habláramos en términos de lo que pasa hoy en el Arte, quizá no nos preocuparía tanto el calificativo “bellas” sobre ello (siendo “ello” el asesinato artístico), sin el cual, parte del sabor irónico de la frase se perdería. Y aún así, el asesinato podría ser considerado como una posible plataforma sobre la cual puede producirse arte, si pensamos con (creo que es) Deleuze, que el objetivo del arte es producir experiencias nuevas (o por lo menos distintas).
Problemas legales aparte, tenemos un ligero obstáculo para hacer ese tipo de arte, y es la imposición. Una forma de arte que basa sus modos de producción en la imposición, o que la produce de cualquier manera, apoya implícitamente una política totalitaria. En los tiempos que corren, en esta sociedad contemporánea, eso no puede ser aceptado. Ahí yace una aparente contradicción, y entonces, reformulo:
El objetivo del arte es producir la posibilidad de que nuevas experiencias surjan, pero la experiencia misma solo puede ser producida por la relación entre esta posibilidad y una participación activa del espectador. Todas las formas de asesinato, incluso, por decir, el asesinato “consensual”, son, en el núcleo mismo de su acción, una imposición.
Pero el suicidio, en cambio… El suicidio es al autorretrato lo que el asesinato no pudo ser a una forma de arte. Una pregunta queda: ¿auto imposición? El lector decidirá; quizá la “auto-imposición” no sea inherentemente política, puesto que (obviamente) no incluye (intrínsecamente) a otros.
Si pensamos en nuestra identidad como algo múltiple, cambiante, no-unívoco, producto de procesos de subjetivización externos y siempre parciales en vez de pensar sobre ella como un sujeto por si misma, el concepto clásico de autorretrato es una tarea imposible, excepto dentro del marco de una máscara prefabricada construida en la representación. Ahí, el retrato sería la máscara de la máscara.
Quizá la muerte es nuestra única “certeza ontológica”; y entonces, el único momento en el que podríamos pensar en la identidad como tal. Ser concientes de la producción de esta, y más allá, producirla de hecho nosotros mismos, le podría dar a nuestro “momento de ser” (es decir, la muerte) no solo el destello de lo que cualquier muerte es por si misma, sino la presencia desdoblada del ser, siendo presentado independientemente de la representación. Un autorretrato en carne propia, en las palabras de Bowie. Si aceptamos estas ideas, la única posibilidad que tenemos de practicar el autorretrato es, inevitablemente, el suicidio.